Nunca viajo sin…
Pequeñas comodidades: algo que me recuerde a casa, un jersey para no pasar frío y unas cuantas bolsitas de té de repuesto (más vale prevenir…). Siempre llevo a mano mis gafas de sol setenteras en el bolsillo interior. Me gusta viajar de incógnito.
Mi mayor temor…
¡Permanecer sentado demasiado tiempo! Aunque, en el fondo, soy una persona bastante tranquila. Dame una playa y un libro y te aseguro que no me moveré... ¡al menos durante una o dos horas! Siempre viene bien desconectar, pero me gusta sacar chispas a las vacaciones. ¿Un consejo? Llevar siempre encima un reloj.
Algo que la gente siempre destaca de mí…
¡Mi firmeza! Me encanta que me pongan a prueba, por muy exigente que sea el reto. En lo que a los amigos se refiere, soy extremadamente leal y generoso —siempre me tienen a su lado con una toalla y una sonrisa—.
Mi secreto mejor guardado…
La gente suele preguntarme: «¿Cómo te las arreglas para encontrar tiempo para todo?». A lo que suelo responder: «Para mí es pan comido». Siempre hay espacio para las cosas importantes. ¡Ah! También soy increíblemente flexible (¡debe de ser cosa de los estiramientos!). Así que entro sin problemas en cualquier camarote o cajón, por muy abarrotados que estén.
Dónde encontrarme…
Haciendo senderismo por las arenas del desierto de Omán; comiendo y practicando yoga con amigos en Manhattan; disfrutando del sol invernal junto a mis hijos en Tulum; tomando un chocolate caliente de compras navideñas en Courchevel... Hay quien incluso afirma haberme visto alguna vez en la oficina.