

Cuento de navidad
Había una vez, una tortuga primitiva...


Había una vez, en una cálida tarde de primavera, una tortuga primitiva cuidaba cariñosamente de sus futuros bebés. Ella esperaba con impaciencia que sus huevos incuben.


Desde hace siglos, en medio de lujosos parajes, las tortugas han depositado sus huevos. Al alba de un hermoso día de verano, los recién nacidos encontraban el camino hacia la luz.


Durante las cálidas noches de verano, los primeros hombre y tortugas se reunían para bailar alrededor de una hoguera. Cada una de las llamas vibraba con el ritmo de la música, en plena harmonía con sus movimientos.


Cuendo llegó el otoño, nuestras tortuguitas se dispusieron a descubrir el océano. Allí, conocieron un montón de especies que viven en el fondo del mar.


Con la caída de los primeros copos de nieve, las tortugas, tras quedarse heladas al salir del agua, se enfundaron en unos jerséis, gorros y bufandas suaves y calentitos. Usando sus caparazones como trineos, se deslizaron por las laderas de las montañas. ¡Ha llegado el invierno!
FIN