Todos conocemos la imagen de esas miradas impacientes hacia las estrellas, acompañadas de esos gritos de entusiasmo al ver la belleza y el colorido que suelen teñir el cielo en esta época del año. Para unos son como la famosa magdalena de Proust, para otros simbolizan el apogeo de las noches de verano. Sin embargo, en lo que suele coincidir todo el mundo a cualquier edad, niños y mayores, es que los fuegos artificiales son un momento reservado para la magia y la admiración, un momento de ensueño compartido a nivel mundial durante el fin de año, desde Sídney hasta Río de Janeiro, desde Kioto hasta Vancouver, pasando por un sinfín de localidades desconocidas. Los fuegos artificiales congregan a ciudadanos de todo el mundo bajo un único estandarte, representado por una explosiva ceremonia de luz, ruido y color. ¿Estás preparado para los fuegos de este año?
La historia de los fuegos artificiales se remonta a hace muchos, muchos años, a una época en la que nos dedicábamos a perseguir a los malos espíritus y a combatir al enemigo. De hecho, la explosión del primer petardo, fabricado en bambú, data del año 200 a. C., y su invención se atribuye a la imaginación infinita y vanguardista de los más pequeños. Los adultos tardaron algo más en desarrollar su talento artificiero, pues hubo que esperar hasta el siglo IX para que la pólvora, sustancia que constituye la base de los fuegos artificiales contemporáneos, viera la luz. Aunque sus primeros usos se destinaron a la guerra, la pólvora pronto empezó a tomar protagonismo en las fiestas nacionales de diferentes países, en eventos de escala mundial (como los juegos olímpicos) y en ritos familiares (por ejemplo, las bodas).
Hoy en día, los expertos en pirotecnia compiten por mostrar al mundo sus despliegues de creatividad, su profesionalismo y los impresionantes medios que utilizan para iluminar el cielo de nuestro planeta Tierra.
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